viernes, 29 de junio de 2007

DESEMBOCADURA DEL GALLO EN EL TAJO




Donde los ríos se besan
entrándose en el cuerpo. Donde
fragmentan los labios y consuman el pacto,
donde se cruzan y se miran y se atan como amantes,
como acariciarse con la lengua y enlazarse
la distancia, como ........

Usando la pértiga húmeda
en el regazo cristalino, la cara del cielo lobulada
ensambla la historia copulando, donde
los ojos del encuentro depositan su calma agotadora,
como agonizándose el deseo
cuando se abre la cama de la tierra o fajar
las lindes en anillo como espiral o tubo
de venas impregnadas en el calor del cuerpo.

Donde la roca muestra su boca impenetrable
como nido o misterio, o garganta oculta
y el río resbala su saliva fundiendo entre la piedra
su sueño de humo evaporado, entre brazos
y dedos y manos móviles lamiendo
los rincones y caderas que los pliegues escarlata
asoman en el silencio bordeado
de matojos quietos y rapaces.

Donde la vida nace
y los versos huelen a manzanas, o espejos verdes
o alfombras esmeralda ........


Del libro "Al exterior de la galaxia"

jueves, 14 de junio de 2007

VESTIRME DE ROTRING NO SIRVIÓ





Me reclamaba el musgo
mientras dejaba pasar la inercia del paisaje.
De antaño conocía el papel de los regatos
por mucho que quisiera ahora distanciarme.

Fue ese otro yo que rebobina las cascadas,
quien percibió el decalaje del aljibe y
se deshizo el pretexto
acuñado en márgenes extraños.

Vestirme de rotring, no sirvió.
La orografía de la entraña, reclamaba el grito y
la nostalgia, no era sino marchamo
del esqueleto subyacente
que siempre fue mi nombre.
Del Libro: "RMN"

lunes, 4 de junio de 2007

SUDÁN (Niños soldados)



No lloré
esa tarde
porque no tuve tiempo.

Otras sí.
Otras fueron ríos,
lágrimas salobres
torrentes
en el cliché imantado
de la voraz niebla.

No lloré esa tarde
mas, interiormente,
el alma se derretía
a la luz del conocimiento.

sábado, 2 de junio de 2007

CINCUENTA CÉNTIMOS









¿Qué son
cincuenta céntimos de euro?.
No más que la llave de un carrito de la compra,
la mitad de un todo a cien sin nombre,
siquiera, la reserva de una silla
en un café.

Calderilla que molesta
entre infinitos cachivaches
que pueblan las entrañas de mi bolso.

Un día, al pasar el detector ése de metales
que precede al aeropuerto,
hizo mirarme sorprendida, entre atónitas pupilas,
como si una bomba en miniatura,
agazapada,
calumniase incólume, mi estampa.

Y, es que,
¿quién son cincuenta céntimos
para poner sobre la mesa mi sonrojo?

Pertenezco a la clase gobernante
de la acrópolis del mundo.
Se mide mi partida
en sacros documentos
donde la apuesta, no es nimia tontería, y
se guarda en lacre,
la deducción de lo científico.

Mi corrector de maquillaje,
lleva su liturgia, y
es deidad el intercambio, siglos ha,
en urbanización de lo cabal.
Decreto ley que cristaliza
el descanso de las almas
sin la resaca de pensar, una noche de tertulia,
sobre algún problema metafísico.

Tarifa conlleva esta custodia
del fenotipo manufacturado
en términos de plus valía.

No creáis que no tiene su peso
la jerarquía ésta. Al fin y al cabo,
¿no fui yo la que,
en la reunión del viernes de la FAO,
planifiqué el proyecto aquél de desarrollo
que salía, lo menos, a un euro el día
en Kenia,
con dos comidas y una siesta?

y es que, la inflación,
a todas partes llega