domingo, 29 de abril de 2007

TANQUES








Entre bosques de hilos enlazados y de robles
y matas de espino y
de retama
asomó el carro acorazado aplastando las orugas
los brotes que el eneldo construía
sobre el mar polvoriento de la tierra.

Apenas
el vestíbulo del estío despuntaba
madurando los vientres de las flores
y ya el metal pesado, inconmovible y lento
masacraba sin permiso
adelantando el ruido
sobre el silencio asustado de los pájaros.

Eran maniobras que el hombre preparaba
en la defensa de sí mismo, eran
bosquejos de muerte
enhebrados en una espiral de violencia
clavada
en el eje volcánico del mundo.

Se me quedaron los ojos prensados
en el panel vacío de la impotencia y
al terminar el reguero de hierro independiente
de sembrar espectros a caballo,
vi el futuro en un jinete que de oscuro
reinaba en el trono de las sombras, y vi
calaveras plantadas en hilera
con una oración de sonrisa permanente
sobre la boca negra y la mandíbula, y campos yermos
bordados de huellas paralelas, esqueletos de surcos
horadados con rosarios de pies de acero inoxidable,
engarzados bajo tanques de ojos sin mirada
y cabezas achatadas y voces sin sentido
con lenguas de fuego y escarlata.

domingo, 22 de abril de 2007

ACÓNITO




No es oro todo lo que reluce.



ACONITUM NAPELLUS , la más venenosa de las plantas europeas.
Un mg del tóxico puede matar en menos de 1 hora a un mamífero de 60 kg.


Abundante en todo el Pirineo.







Nunca la muerte
engalanó tanto su erótico beso como tú
cuando cortejas la mirada
por encima de la página agreste de la adolescencia.
Casi hasta nos ruegas
con la impoluta imagen de tu belleza mate.

Vistes tu manzana de lascivos alcaloides
prometedores mostrando imposibles paraísos
en tu pirámide ingrávida cuajada de cofres
como yelmos de antiguos guerreros, teñidos de añil.

Te resulta sencillo
seducirnos y enredarnos la pupila
para que anide en tu probeta. Y llegan
nuestros labios lujuriosos
sobre el matraz convexo de tu aroma,
y llega lo fugaz e ingenuo
de la fantasía que tejimos cual castillo de naipes
urdida en la tentación de la promesa.

Desbordado el lacre y rasgando
la virgen desnudez de la inocencia,
se oye el chasquido incurable de lo roto.

Después,
anhelando el antídoto, lloramos . . .

porque sabemos, con esa intuición
muchas veces especial que nos preside,
que algo es intocable y sin embargo
sucumbimos al señuelo y, con alevosía . . .

porque son esas esquinas obscenas
que despuntan de codicia
o ese hueco celofán de visiones alcahuetas
las que siembran la galerna, y lo sabemos . . .


Estremece la pasión
con la que a veces abrazamos la emboscada
y ese gesto de ansiedad
con el que ingerimos la cicuta . . .


Del libro "En el confín de los secretos"

lunes, 9 de abril de 2007

LA MUERTE DE LA PAZ






Fue una vez
convergencia de mis pasos,
erial de latitud desnuda,
holocausto sin lengua o diccionario.

Llegué
tras huella de ceniza
de un tomillo de otro tiempo.

Esqueletos sin cartílagos
preguntaban al espacio
y
yo,
humo entre los dedos
cual bisagra del gemido.

Mientras la piel seca de la tierra,
como esmeril
abría venas subterráneas,
una sombra,
un contraluz de sexo indefinido,
recortó
su grito cual relámpago
y
así,
supe con certeza
la corta biografía de la pradera aquélla
que antes de la guerra,
amamantaba
crisálidas de helecho
y violetas.

¿por qué la paz es tan difícil?

¿por qué dibujamos terremotos
cuando el lienzo
diseñado fue
para ternura?

No matemos al sol antes que muera.
Dejemos recitar a la colina
su alegato de sándalo y de futuro
para que pueda el niño en la clepsidra,
beber el segundo del ensueño.

Todos alguna vez, ponemos la primera piedra
de un sinsentido
que destruye.


locura, esa espiral de violencia

MUJER






Llamada a rebelión
este aullido interminable
que rasga como láser
el diario cotidiano
del cajón de la mesilla.

Una condena,
la contradicción constante
entre el ser y no ser
persona
por los otros,

anteponiendo a los otros.

Validar este alarido
en aras de la ablación
de la soberanía consensuada
del impasible genocidio,
misión es
de actitud como la tuya
que
en pandemia irrefrenable,
extienda su voz
como círculos concéntricos
o
pedrada en un estanque.