jueves, 21 de enero de 2010

TROQUEL DE PERVIVENCIA


Se extiende la tarde como un manto
al intuir agostarse la vendimia
sobre la propia gelifracción del uno mismo. Avanza
el inexorable exanguinarse
como página otoñal, desvanecida. Dilatamos la burbuja virtual
en trama de mimbres ingeniosos, pero es vana la nostalgia
cuando la víspera abre el picaporte. Fútil el libelo
en la degeneración macular de la retina y enfermizo,
el maquillar
la resolución de la última incógnita variable. Mas,
la soledad es obvia
ante la ausencia de arrepentimiento en los relojes
y sólo cabe el desleír consciente cada átomo
en pátina de orfebre sobre el aire. Miro el tornasol
como postrer acto de memoria, mientras rubrico a mi pesar
la capitulación
del patrimonio genético del nombre. Y
por mucho que intelectualice, os confieso,
la cáustica intrusión en la geoda, y la replicante oración de súplica.
Será el irrefrenable troquel de pervivencia
tatuado en el germen infrasónico que conocí al florecer.
Análogo el segundo se viste de clausura
pudiendo el paisaje por fin ejercer su rol sepia de albacea.
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