jueves, 1 de mayo de 2008

CINCEL DE CALAVERAS



Hablan los ojos de los muertos,
como el mutismo de la voz en la llanura,
arrancando las pestañas,
de ese hoy, disuelto, que nos signa.

Duro es intuir, lo espectral de nuestra sombra,
(vértebras transmutadas en fenol),
de todo aquello que soñamos....No hay memoria,
no hay distancia....sólo un constatar defoliación, la orografía
y, la perplejidad de un bosque, inhumado en la quietud.

Si hubo itinerario,
testimonio en polvo, la estratigrafía abierta
por el sílex de los labios.....¡Ay, nunca, si cierto fueras!
Pero el sextante, ciego es, prendiendo exvotos
de un narco sin escrúpulos....Guarida al epicentro
del vector inmortal que en los ocasos,
transcribe regueros indelebles
cual traductor de ese felino,
que, en lo oscuro más oscuro de lo turbio,
taladra la tumba más distante.

Ubicada
justo en el punto en el que Heisenberg,
planteó su teoría,
la circunscripción de los anhelos,
destila gota a gota, sus fantasmas. Y es su bebedizo,
cincel que en la calcita, dibuja calaveras sin pesar.
¡Oh, polímero que en la debacle, asignas otro rol,
a los idiomas!

escoria del momento, que aún cadáver,
atraviesas el espacio
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