martes, 4 de agosto de 2009

CARTA NAÚTICA

Inconfundible el olor de la tierra mojada
y no por eso dejamos de lado
el talco rojo de los pétalos sembrados de la rosa.
Apenas las costuras parece que se cierran,
cuando el GPS anuncia otras autovías, siendo latido la noche
al despertar la luna. Podríamos enfocar el telescopio,
y la cosmografía entera sería una ecuación al límite
como infinitas ventanas de un conjunto de Mandelbrot.
Secuencial impacto sobre el sendero,
la carta náutica del horizonte y habitación, la astronomía
cual revelación a la osamenta que define la esperanza.
Hay a veces
tengo que decirlo, algoritmos de señalización abrupta
como unidades temáticas a superar en el doctorado de la vida, y
curvas de nivel fundidas en magnitud de precipicio,
pero es precisamente, esa sobredosis adrenérgica
la que sutura cicatrices, sobre el bombardeo nuclear
para un ángulo de visión desconcertante o espiral abierta
a la comprensión de la materia oscura.

Por eso, apenas los dedos, resbalan el tono escarlata del crepúsculo,
mientras germinan los aurigas de transición de fase. ¡Ah, la mística
de ese inquisitivo dial, incansable traductor de ultrasonidos!
Infinito potencial el magma que conforma la conciencia
y nos aboca a reinventarnos
aún en el extrarradio de la más ínfima partícula.
Sólo un pentagrama sobre el que escribir aromas
y se contextualiza el labio
sobre la acequia de la bruma, mientras, cristaliza la lágrima el rocío
en un opalino rumor escanciado sobre el aire.

Más información pinchando el enlace: