jueves, 29 de marzo de 2007

EL DÍA QUE PERDIÓ LA VENDA LA JUSTICIA







Era el espacio territorial de la penumbra,
el tiempo genético de lo incierto,
donde, hasta los obuses, eran ruinas
desvestida la carcasa.

Era un golpearse las mareas
de agotada singladura
en el quicio crepuscular de los quejidos.

Tosían los oráculos
su discurso cotidiano de cicuta y
el buscador de internet, encontraba a la primera,
desolación en las alcobas del emporio de Pandora.

¡Cuánto viaje realicé!....un ir y venir
por los conceptos pantanosos del absurdo,
sin electrolitos la linterna y
una brújula de litio,
como aborigen en un marco inadecuado.

Derruidos los cimientos del complejo urbanístico
que el algoritmo de lo falso
tatuó en la piedra filosofal de los sofismas, y
desmembrada la memoria
de la ruta grabada
en la carta de navegación del nacimiento,

tuve que morir,

no una, sino, varias veces,

recorriendo el camino de sal de Ghandi e
hilar el lino con mis manos.
Visitar la caja fuerte de Bill Gates
y la galería subterránea de Nestlé,
para darme cuenta
que los ángeles no repartían hamburguesas
y el alfa y el omega
estaba ausente
de la conferencia de la UNESCO.

Menos mal, que comí un día con Bono
y me pasó la partitura de Sidharta.
Había yo ya estudiado el sida
y sabía que Glaxo, bloqueaba los genéricos.

Me dio la pista Marx sobre la industria
cuando me pusieron el exámen de malaria.

Reconozco que de Engels,
copié ese día un poco, mientras San Martín
vigilaba en la tarima.

El viaje fin de carrera
lo realicé al río Ganges, mientras
los de químicas
tomaron el avión para Sudán.

Al volver nos dimos cuenta
que el alacrán
había desayunado siempre con nosotros
disfrazado de edén inalcanzable.

De repente, la toxina de absoluto
nos dio alergia
y por eso decidimos al salir del coma,
sufragar los gastos entre todos
del proyecto de Payasos Sin Fronteras.

Ahora, cada día, en las recetas,
despliego el póster de Guevara
según oigo a Labordeta
gritando libertad con voz cascada.

IMAGINA






Escuchando la canción de John Lennon

Imagina. Imagina un día
que las flores despertaran
con rocío amamantando sentimientos.
Que el sol y la luna se besaran
en elipse anclando los anillos...... Que
los cuentos terminaran
al final como al principio,
con un labio de amanecer
sobre otro labio y que la lluvia
nunca fuera llanto
si no bálsamo en arpegios desgranados.

Que
los únicos castillos exhibidos
fueran minaretes para anuncio
de zumo emanado por la música.

Un mundo
donde las guerras sufrieran de apoptosis
y los misiles fueran
hallazgos arqueológicos.
Las petroleras, conceptos dormidos
estudiados por filólogos y el azufre no engrosara
los ítems del diccionario.

Donde esclava
sólo sea una pulsera
a vestir los domingos por la tarde.

Un mundo, sí, un mundo
en el que uno abra los párpados
en pentagrama armónico de idiomas.
En el que la historia
la escriban las gentes en sus casas
y no exista un texto oficial
de política correcta.

Un mundo donde bulevares
sean renglones con frases dichas al oído
y el paisaje entero sea parque
de agreste transparencia.

Imagina borradas las fronteras
y las banderas sin olvido
en su vientre los colores
que el arco iris dibuja cuando escampa
del ultravioleta al infrarrojo.

Imagina a seis mil millones de personas
sembrando sus pasos día a día
engarzados de magnolias y collares
mientras se acuestan los niños por la noche
con arrullos sin miedo a despertarse.

Imagina cocinando
un menú sin excepciones
en la carta de derechos
explicativa de la Tierra.....

En fin, un día
todo mar océano de corales,
hoces de gargantas intrincadas y
bosques poblados de amazonas,
en titulares de las páginas primeras
al abrirse del periódico,
junto a manantiales de desayuno en las auroras,
al levantarse las almas del ensueño
cuando sale el sol en la mañana.


Imagina, imagino yo,
imaginemos todos, que es posible
aún destilar el aceite de la vida
y verter esmeraldas como tango
sobre el gesto de los hombres.

GAIA AGÓNICA


Tiene fiebre y la cura se le niega,
tendido su esqueleto, secándose
en el cosmos.

Desmembrada
poco a poco, vira a desierto
en genocidio implacable de todas las especies.

Hubo un tiempo en el que la voz
surcaba armónica
el espacio sideral plástico y diverso
del atómico encaje del vacío. Melodía
sinfónica,
orquestada en sumatorio gradiente de instrumentos.
Cada uno diferente
engranando la filigrana arquitectónica
del útero.

Ahora,
los pechos se han segado y el veneno
se inyecta imperturbable
en bisel satánico y clandestino.

Dagas de titanio
hienden los pezones, mientras asfixia
el mercurio,
ese mar de savia subterráneo.

¿Dónde tomar aliento
en la selva
de la inflexible reduccionista tiranía?

Hordas mercenarias
recitan sin descanso
el salmo homicida de las balas. Perfilan
génesis de olvido, muerte de la música,
agonía conceptual
de un código genético milenario. Y
los árboles, sangran.......

¿Qué mano accederá
al interruptor asesino de la boca? ¿Qué
brazo,
ante la lisis constante de la entraña?

¡Oh, Tierra,
madre sometida y violada
sobre el cadalso comprado sin escrúpulos.
Esperanza herida
en el último tendón del futurible!

¡Oh, vientre.....!

Noche oscura
la del silencio epidémico de la sombra.

Noche de apnea y mármol,
después de la cámara de gas silente
del cianhídrico.

Ninguna azalea,
ningún ciclámen respirando. Ningún
almendro, ninguna dalia,
hablando al lienzo abierto de los ojos.

Y así,
desgarrada y desnuda,
mueres, en el contexto absurdo y lapidario
de insolencia.

¡Oh, Gaia.....!
Más información en:

domingo, 25 de marzo de 2007

CORDILLERA






Es tu cuerpo, mujer,
tendidos los tajos esperando
en uve al cielo, las entrañas. Cobijo cierto,
tras la tormenta, para un aliento de estrella,
peregrino.

Otrosí en invocación de ósmosis.
Ojal para un cuaderno de bitácora
extraviado.
Mirada,
desde el instante en que al ocaso
con matiz de duermevela,
ofreces inerme tu paisaje.

Quebrada de vectores a esperanza
o semioculta
en la profundidad de tus rendijas,
defines la razón
de la entrega total al inmigrante.

Es tu cuerpo, mujer,
de estancias sin sentencias,
sin jueces, sin juzgados, sólo el sol
cuando amanece o
el acentor común
del pastizal a los roquedos.

Dermis abierta en el abrazo,
interminable, inconmensurable,
lar de armónico registro.

Así eres...y, te amo.

CAPÍTULO EN ESCALPELO






Poseen los árboles en la niebla,
una suerte de léxico mudo
que apuñala
la celosía itinerante y circunfleja,
de ese tul engastado de innúmeros prefacios
que, en extrema delgadez, tejen,
palabra tras palabra,
la cosmética
que viste de enigmas los caminos.

No es aroma, ni siquiera tacto,
es un lento impregnarse
de la sensual armonía
de un idioma reservado a las vestales,
cuando en silencio, el labio pronuncia
la inasible sintonía del vapor
destilado por los dioses.

capítulo en escalpelo,
directo al santuario emocional de las pupilas