jueves, 29 de marzo de 2007

GAIA AGÓNICA


Tiene fiebre y la cura se le niega,
tendido su esqueleto, secándose
en el cosmos.

Desmembrada
poco a poco, vira a desierto
en genocidio implacable de todas las especies.

Hubo un tiempo en el que la voz
surcaba armónica
el espacio sideral plástico y diverso
del atómico encaje del vacío. Melodía
sinfónica,
orquestada en sumatorio gradiente de instrumentos.
Cada uno diferente
engranando la filigrana arquitectónica
del útero.

Ahora,
los pechos se han segado y el veneno
se inyecta imperturbable
en bisel satánico y clandestino.

Dagas de titanio
hienden los pezones, mientras asfixia
el mercurio,
ese mar de savia subterráneo.

¿Dónde tomar aliento
en la selva
de la inflexible reduccionista tiranía?

Hordas mercenarias
recitan sin descanso
el salmo homicida de las balas. Perfilan
génesis de olvido, muerte de la música,
agonía conceptual
de un código genético milenario. Y
los árboles, sangran.......

¿Qué mano accederá
al interruptor asesino de la boca? ¿Qué
brazo,
ante la lisis constante de la entraña?

¡Oh, Tierra,
madre sometida y violada
sobre el cadalso comprado sin escrúpulos.
Esperanza herida
en el último tendón del futurible!

¡Oh, vientre.....!

Noche oscura
la del silencio epidémico de la sombra.

Noche de apnea y mármol,
después de la cámara de gas silente
del cianhídrico.

Ninguna azalea,
ningún ciclámen respirando. Ningún
almendro, ninguna dalia,
hablando al lienzo abierto de los ojos.

Y así,
desgarrada y desnuda,
mueres, en el contexto absurdo y lapidario
de insolencia.

¡Oh, Gaia.....!
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