Llamada a rebelión
este aullido interminable
que rasga como láser
el diario cotidiano
del cajón de la mesilla.
Una condena,
la contradicción constante
entre el ser y no ser
persona
por los otros,
anteponiendo a los otros.
Validar este alarido
en aras de la ablación
de la soberanía consensuada
del impasible genocidio,
misión es
de actitud como la tuya
que
en pandemia irrefrenable,
extienda su voz
como círculos concéntricos
o
pedrada en un estanque.
este aullido interminable
que rasga como láser
el diario cotidiano
del cajón de la mesilla.
Una condena,
la contradicción constante
entre el ser y no ser
persona
por los otros,
anteponiendo a los otros.
Validar este alarido
en aras de la ablación
de la soberanía consensuada
del impasible genocidio,
misión es
de actitud como la tuya
que
en pandemia irrefrenable,
extienda su voz
como círculos concéntricos
o
pedrada en un estanque.
4 comentarios:
Bueno, con osadía entro en un espacio cerrado. Aquí la luz es un látigo. Aquí la guerra es una mano desnuda que ofrece el olivo.
No entran cuchillos,
no entran balas,
no entran talonarios,
no entran cuentas bancarias.
Este es un espacio cerrado,
como un corazón
que solo deja pasar
sangre,
que solo impulsa vida
en un circuito
necesario.
Y entro con osadía,
como un insignificante
corpúsculo
que buscando crípticasm runas hallase
en la epidermis sana
del amor solidario
un rosario de paz,
una nube de agua generosa para los huertos y las acequias de otros.
Cerrado es el mundo,
Gaia, a toda invasión
y aún así se muere.
Extraña condición y siempre paradoja.
Al reves que en las pelis, mueren indistintamente buenos y malos, pero antes los buenos en la mayoría de lugares del mundo.
Y las mujeres, desde su cerrada historia sobre si, desde su ventana, a voz en grito o con ojos que hablan el lenguaje sincero y oscuro de las miradas, nos recuerdan y reclaman
que se abrirá este espacio
cuándo los hombre
se amputen los puños,
cuando los generales se amputen las estrellas, cuando los banqueros rompan el banco donde se sientan para contar billones, cuando las cadenas de odio se fundan y las mentiras y el silencio complice de los maltratadores se eleven a pancarta y vocinglerio callejero, entonces, se abrira como una granada el corazón del mundo, y su olor dará razón de un nuevo tiempo, de una nueva estación.
Tuyo,
Viktor
Este grito no suena nada estridente, si duro por su realismo, me uno a tu denuncia.
un abrazo
Sandra
no es osadía Víctor, entrar cuando la puerta de la palabra se abre.......y aquí se extiende la pancarta de la denuncia para que todo el mundo escriba el sinsentido materializado en el circuito interno del "hogar"
con tu poema, engrosas el aullido al infinito del cansancio en los milenios de violencia de género
gracias por testificarlo
tuya, Pilar
mi querida Sandra,
duro como el pedernal, y cortante como el diamante, el filo de nuestras voces en la lucha por los derechos de la mujer en el mundo
contigo, con todos, entre todos
Pilar
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