Hay
espectros que conviven en las sábanas
despertando
con el alba, en vertical. Son
virus en
mosaico, sobre los que destilar la senda.
Entre agua y viento
perfila la
roca sus vertientes. Porque,
la tempestad
es integral en ciclón que delimita
la
posibilidad de ser, eligiéndose,
como mirada
holística y pulida
de un láser
derramado
al infinito.
Asomarse,
vértigo abisal. Sudor frío
entre las
manos al sentir la sombra. Y
vocales nos
diremos, en discurso
disculpando
la agonía.
Pero, más
cierto,
es que nada
cambia
sin un
parpadeo de los ojos, y
si hay que
arañar el plexiglás mientras dormimos
o beber la
leche mercurial sobre las siete:
¡sea!.
Pues, todo
depende del coraje
aunque esté
la muerte escrita, ya a la puerta.
decir sólo
música.....y, es bastante
De mi libro "LA ESTEPA DE LAS MANOS"
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