Morir conlleva
aprender a despedirse.
Aceptar cada una de esas muertes de los otros
que nos integraron la estructura.
Aceptar los huecos
hasta la extinta sobredosis
que redacte por fin
el epígrafe estadístico
que cubra de ceniza tu emisora.
..... Mira que lo sé.
Pero, me resisto a expirar
en cada iceberg desgajado en el deshielo.
Va siendo hora, sin embargo, de ese rictus
que convierta en abstracción,
el contorno de la boca y la inquietud aquélla
con la que bordaron la etiqueta de mi cuna.
Me estremece la palabra cuando llega.
Sobre todo, si no he firmado el armisticio.
Aceptar cada una de esas muertes de los otros
que nos integraron la estructura.
Aceptar los huecos
hasta la extinta sobredosis
que redacte por fin
el epígrafe estadístico
que cubra de ceniza tu emisora.
..... Mira que lo sé.
Pero, me resisto a expirar
en cada iceberg desgajado en el deshielo.
Va siendo hora, sin embargo, de ese rictus
que convierta en abstracción,
el contorno de la boca y la inquietud aquélla
con la que bordaron la etiqueta de mi cuna.
Me estremece la palabra cuando llega.
Sobre todo, si no he firmado el armisticio.
Del Libro: "RMN"
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